Si alguna cosa,
entre otras, va a poner en evidencia la crisis económica en España, es la debilidad política del país, y la
pérdida completa de soberanía.
España es un país
con Instituciones políticas y económicas muy débiles en su creación, que no han
sabido fortalecerse o no ha habido una voluntad de la mayoría de la clase
política por fortalecerlas. El último ejemplo ha sido el Banco de España, una
de las pocas instituciones serias que quedaban, ha sido pisoteada y
desprestigiada a raíz de la nacionalización de Bankia. Por el mismo camino
encontraríamos al propio Tribunal Supremo, que además de desprestigiarse él
mismo, ha devaluado notablemente la imagen exterior del país con el “affaire
Garzon”. O el Tribunal Constitucional, por nombrar otro. Las causas son
múltiples y no voy a entrar en ellas, pero lo cierto es que la debilidad de las
instituciones españolas refleja una realidad de desentendimiento político que
la crisis económica se encargara de hacerla aún más visible y ponerle precio.
La crisis
inevitablemente va a afectar la cohesión regional, cuestionando las
transferencias de riqueza interregionales y el esfuerzo que los ciudadanos de
cada Comunidad tienen que hacer para pagar los desaguisados de otras
Comunidades. Dependiendo de las decisiones que se tomen y del impacto que el
rescate del sistema financiero español tenga sobre los presupuestos públicos, las
contradicciones afloraran y habrá Comunidades que se podrían plantear la
rentabilidad de seguir formando parte de la Unidad Nacional Española. Ante una
eventual salida de España del Euro, un escenario ni de lejos descartado aunque
de menor probabilidad después del rescate del sistema bancario, las tensiones
centrífugas se agravarían.
El impacto
político de una crisis como la actual, que es fundamentalmente financiera, se
deriva del hecho de que si bien la raíz de la crisis es económico-financiera,
su solución es básicamente política. Una crisis financiera no destruye tanta
riqueza como la cambia de manos. Se trata finalmente de saber a quién le va a
tocar pagar la factura. Y este es el principal problema tanto a nivel Nacional
como a nivel Europeo.
Por consiguiente,
no es sorprendente ver que otros países de nuestro entorno también ven
cuestionadas sus estructuras políticas nacionales por la crisis. Sin ir más
lejos Bélgica o el Reino Unido. Éste último va a sufrir un referéndum de
independencia de Escocia. La diferencia respecto a España es la fortaleza de
sus Instituciones. Como decía un ciudadano escocés al ser preguntado sobre si
votaría a favor de la independencia, su respuesta fue: “ Votaré a favor de la
Independencia si puedo conservar la Libra Esterlina, la BBC, y la Reina”.
¿Se puede
imaginar alguien a un catalán o vasco en la misma situación mostrando sus
preferencias por conservar La Peseta, TVE, y el Rey?
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